- SELECCIÓN EDITORIAL
- 2011 · 5 piezas · 22 min
Suite para orquesta n.º 3 en re mayor
Con su dorado ceremonial de trompetas, timbales y oboes, BWV 1068 y BWV 1069 son las más exuberantes y espléndidas de las cuatro suites. Sin embargo, los adornos de viento y metal de BWV 1068 son quizá una adición posterior y se pueden encontrar en un conjunto de piezas producidas alrededor de 1730. Hay quienes sospechan que se trata de un original solo de cuerdas. Aunque en la interpretación la versión reducida suena absolutamente convincente, no se puede negar que las reflexiones de Bach aportan una puntuación jubilosa y un toque casi al aire libre. Tras una “Ouverture” claramente intencionada, con pasajes de concierto para un solo de violín que dejan sin aliento, el famoso “Air” propone un remanso de calma. Conseguida la paz, el baile puede comenzar, y Bach concluye BWV 1068 con un par de belicosas gavotas, una concisa bourrée y una jovial giga. Acerca de las suites orquestales de J.S. Bach A diferencia de los seis Conciertos de Brandemburgo, las Suites para orquesta de Bach (él las denominó Ouvertüren, oberturas) no fueron concebidas como un conjunto. Y aunque probablemente alcanzaron su forma definitiva en Leipzig, donde habrían sido perfectas para las agradables reuniones del café Collegium Musicum estudiantil, su composición abarca quizá más de veinte años (culminando con BWV 1067, que data de finales de la década de 1730). El diseño se apoya en el modelo francés fomentado por Lully, en el que una secuencia de movimientos de danza es precedida por una obertura cuyas secciones exteriores, llenas de pompa y circunstancia, envuelven un núcleo fugado más rápido. Si bien la base es francesa, Bach la adapta a sus propios fines y no hay dos suites exactamente iguales.
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